Shiva es uno de los Dioses más complejos y enigmáticos de la cosmología hindú, puesto que opera en un sinnúmero de principios metafísicos relacionados con el funcionamiento del universo. A grandes rasgos, Shiva es el Dios del tiempo, del caos, de la destrucción, de la muerte, y de la vida que se regenera. Shiva se encarga de disolver la existencia física para desprenderla de toda ilusión material; Él desintegra y destruye, rigiendo así un proceso pulsante de creación y destrucción infinita, la cual se expresa, increíblemente, mediante una red de interacciones que ocurren incesantemente a nivel subatómico. No por nada hay una gran estatua de Shiva en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), ubicada en Suiza. En un aspecto trascendental, Shiva también rige la meditación y el tantrismo, siendo además el patrón de los yoguis y ascetas. Su nombre se traduce del sánscrito como "Todo Auspicioso", haciendo referencia a su compasión y bondad.
En esta publicación veremos absolutamente todo acerca del gran Dios Shiva.
Shiva es uno de los principales y más importantes Dioses del panteón hindú, siendo extensamente adorado y respetado por todas las corrientes filosóficas y espirituales, producto de su protagonismo en los textos sagrados; el control que ejerce en el funcionamiento del universo; y su gran benevolencia y compasión hacia todas las criaturas vivas. La más alta reverencia por Shiva se refleja en su epíteto "Mahādeva", que se traduce a nuestro idioma como "Gran Dios" o "Dios de Dioses". Otros nombres incluyen: "Ghrneshwar" (Señor de la Compasión), "Parameśvara" (Señor Supremo), "Maheśvara" (Gran Señor) o "Vishwanath" (Maestro del Universo).
Shiva personifica la conciencia cósmica, el principio masculino que sustenta el universo, el dinamismo y la configuración de la materia, el transcendentalismo extático, y la epítome de todo lo que es conocido y desconocido.
Y más importante aún; Shiva es quien controla y polariza las energías destructivas del cosmos. Él destruye la materia para luego regenerarla, dando comienzo a un nuevo ciclo sin fin. Shiva purifica la materia y la despoja de cualquier residuo o aferro con el plano físico, y de paso, la regenera. Por todo esto, se le conoce como el "Dios de la Destrucción" y el "Destructor del Universo". Shiva es quien rige un proceso de dinamismo entrópico que afecta a todos y cada uno de los elementos bióticos y abióticos del plano material, ya que, microscópicamente, tanto átomos como partículas subatómicas se ven atadas a un ciclo infinito de nacimiento, desintegración y regeneración, tal como señalan los campos de la física nuclear y la mecánica cuántica, y lo sorprendente es que los antiguos indios tenían conocimiento de ello. Ocurre lo mismo con la energía, que según las leyes de la termodinámica no se crea ni se destruye, solo se transforma. Y es Shiva quien rige y mantiene este ciclo infinito; al final de cada existencia todo se disuelve para volver a Shiva y regenerarse.
Para entrar en mayor detalle, los textos sagrados del hinduismo nos dicen que esto ocurre gracias a la "Danza Cósmica de la Destrucción", la cual es ejercida por Shiva en este preciso momento; cada minuto, cada segundo, en todos los universos materiales y espirituales. Cuando Shiva danza, sostiene al universo por medio de un dinamismo entrópico que crea diversas redes de interacción subatómica. Cuando la danza termina, este proceso llega a su fin, y por lo tanto, se desintegran todas las entidades vivientes y objetos materiales, para posteriormente volver a regenerarse cuando la danza se retome. Este es uno de los aspectos más preponderantes de Shiva, y por lo mismo se le entrega el epíteto de "Naṭarāja", que etimológicamente proviene del sánscrito "naṭa", que significa "danza", y "raja", que significa "rey", por lo tanto, "Rey de la danza". La iconografía de esta manifestación nos muestra a Shiva danzando enérgicamente, mientras que su cabello luce desordenado y ondea por los aires, en señal de entropía o desorden molecular. Esta danza refleja lo que ocurre al interior de cada uno de los elementos que componen el universo. Y por ello es que se encuentra una estatua de Shiva danzando al interior de los laboratorios del CERN.
La Danza Cósmica de la destrucción representa el flujo de energía constante a través del universo, la cual se expresa mediante una red de interacciones que ocurren incesantemente a nivel subatómico, siendo un proceso pulsante de creación y destrucción sin fin que rige las propiedades del movimiento de los subátomos, así como la relación intrínseca entre materia y energía.
En su forma de Naṭarāja, se muestra a Shiva con cuatro brazos. En uno de ellos sostiene un tambor con forma de reloj de arena, el cual emite las vibraciones de la creación que mantienen la vida material, mientras que en otra de sus manos porta un ardiente fuego que emana desde su palma; siendo un recordatorio de que el universo, recién creado, dentro de un tiempo será completamente destruido. Es por ello que el tambor tiene forma de reloj.
La física moderna nos muestra que el movimiento y el ritmo son propiedades esenciales de la materia. Toda la materia, aquí o en el espacio exterior, está involucrada en esta continua danza cósmica de creación y destrucción, la cual ocurre incesantemente a nivel microscópico. Los científicos de la India védica fueron extremadamente adelantados para su tiempo. Ellos, antes que cualquier sabio occidental, sabían que toda la materia existente atraviesa procesos dinámicos e interacciones entre partículas subatómicas, y cuando cesan, se desintegran.
Incluso el universo mismo nace (a través del "big bang", que los hindúes explicaron mediante la fusión de "Púrusha" y "Prakriti"; elementos primigenios emanados del creador "=Mahā-Viṣhṇu, que posteriormente formaron el "Hiranyagarbha" o huevo cósmico, en donde todo el potencial creativo se hallaba fecundando en su interior. Una vez mezclados, el huevo eclosiona y produce una explosión que dio origen al cosmos), se mantiene, y finalmente se destruirá.
El hinduismo señala que en este preciso momento están muriendo y naciendo miles de universos.
Esto se explicó aquí:
Por ello es que Shiva es conocido por ser el Destructor, puesto que precisamente es quien rige la red de interacciones atómicas que mantienen el ritmo para crear y desintegrar el cosmos a través de su baile. Cuando la danza cesa, los universos se destruyen, y cuando la danza se retoma, vuelven a nacer.
Por esta razón es que su piel presenta una tonalidad grisácea, puesto que Shiva absorbe las cenizas de todos los cuerpos y objetos desintegrados por el fuego de su palma. Hoy, la ciencia moderna nos está demostrando que todo viene de la nada y vuelve a la nada. La base de la existencia y la cualidad fundamental del cosmos es la nada. Las galaxias son solo un pequeño acontecimiento: una aspersión. El resto es todo un vasto espacio vacío, al que se hace referencia como Shiva. Todo viene de Shiva y todo vuelve a Shiva, por ello su color de piel. También se narra que este gran Dios acoge a todos los universos al interior de su vientre.
Shiva es el origen y el final de nuestras vidas, contiene todo lo existente. Un barco no puede contener a un océano, pero el océano sí puede contener un barco. De igual modo, nuestro planeta puede contener un océano, pero no puede contener al sistema solar. El sistema solar puede contener unos pocos planetas y al sol, pero no puede contener al resto de la galaxia. Si vamos progresivamente así, finalmente veremos que sólo la nada puede contenerlo todo. Cuando hablamos de Shiva como yogui, es porque al final seremos uno con la nada.
La Organización Europea para la Investigación Nuclear con sede en Suiza (CERN), la cual posee el laboratorio de física más grande del mundo y en donde reposa el colisionador de hadrones (LHC); tiene en sus jardines una gran estatua de Shiva en su forma de Naṭarāja, y muchos científicos modernos, entre ellos, Carl Sagan, han admirado profundamente la cosmología hindú, afirmando que fue la única religión en el planeta que ofreció una explicación tan sofisticada y acertada sobre el funcionamiento del universo.
Si desea leer más sobre la Danza Cósmica de la destrucción, visite mi anterior artículo:
A continuación adjunto algunas fotografías de dicha estatua:
De hecho, el papel que Shiva desempeña en la "Trimūrti", que etimológicamente se traduce como "Dios en Tres Formas", es la de ser el Destructor. Esta es una de las más importantes y profundas cosmovisiones del hinduismo, puesto que también señala y explica la configuración primordial del cosmos.
La Trimūrti se conforma por:
- Brahmā: el arquitecto del universo, quien crea y materializa.
- Vishnu: el preservador del universo, quien impregna y conserva.
- Y Shiva: el destructor del universo, quien desintegra y aniquila.
Si desea saber más sobre la Trimūrti, adjunto a continuación una de mis publicaciones anteriores:
Es por todo lo anterior que Shiva es venerado por ser:
1. El Dios del tiempo, que representa la sucesión de estados por los que pasa la materia.
2. La destrucción, que florece cuando la danza llega a su fin.
3. La regeneración, que vitaliza a los universos recién creados.
4. Y el caos; aquel dinamismo entrópico que mantiene la vida.
Ahora veremos el aspecto espiritual de Shiva.
La energía de Shiva condensa una poderosa fuerza trascendental que conecta a los cuerpos físicos para elevarlos a un plano superior. O dicho de otro modo, Shiva es el puente para trascender, y además, es quien entrega las herramientas para contactar con nuestro lado espiritual y divino.
Durante miles de años, los sabios eruditos de la India han afirmado que Shiva es la fuente original del tantra y del yoga, así como de cualquier otra clase de ciencia espiritual.
Lectura relacionada:
Por ello es que iconográficamente se le retrata meditando, generalmente en postura de siddhāsana o padmāsana, y casi siempre sus ojos suelen estar entreabiertos, en señal de un profundo estado de trance. Los puranas muchas veces cuentan historias sobre Shiva realizando largos retiros espirituales o prácticas acéticas muy duras, y no es casualidad que el mismo Shiva sea retratado como un mendigo o como un ermitaño.
Shiva está más allá de lo visible y lo conocido, morando atemporalmente en la perfección de su conciencia insondable y, sin embargo, vive en la totalidad de la creación a través de la luz de sus innumerables almas. Él es la fuente de nuestra luz espiritual y el dador de gracia y emancipación. Es el Señor de los cinco poderes: creación, preservación, disolución, ocultación (auto-olvido o ignorancia) y revelación (salvación, auto-reconocimiento o iluminación).
Shiva es el encargado de revelar las verdades más secretas del universo, aquellas que sólo se consiguen a través de las prácticas ascéticas, tántricas y yóguicas. De hecho, la mayoría de los cultos mistéricos dentro del hinduismo, son, principalmente, de carácter shivaita, ya que conducen a los planos espirituales más complejos e introspectivos del ser, con el objetivo de poder trascender la materia física en vida. Shiva representa un aspecto de lo divino, la "realidad última" que se puede realizar a través de la práctica. Esa realidad divina es nuestra verdadera identidad, y, por lo tanto, el trabajo en Shiva conduce a la autorrealización.
Una persona que ha trascendido o elevado su conciencia, es porque ha experimentado la unión con Shiva, y la palabra "yoga", precisamente, significa "unión", en sánscrito, siendo Shiva además la fuente original de esta ciencia. Por ello, este gran Dios es llamado con el epíteto de "Adiyogi", que significa "El Primer Yogui", ya que todas las prácticas yóguicas provienen de Shiva y conducen hacia Shiva.
Otro epíteto similar es "Dios del Misterio", pero no en el sentido moderno de la palabra. Originalmente, la palabra "misterio" se utilizaba para designar aquellas ceremonias religiosas de carácter hermético, a las cuales únicamente los iniciados podían acceder. En este sentido, Shiva es el Dios del misterio porque sus cultos se han enfocado históricamente, más que en el entendimiento; en el ritual y la práctica. Y son estas prácticas las que conducen a un estado elevado de conciencia, o lo que los antiguos griegos llamaban "éxtasis mistérico". Shiva se puede experimentar a través de una técnica de mediación profunda, como las expuestas en el Vigyan Bhairav Tantra. Si alguien experimenta a Shiva, no podrá explicárselo a los demás, porque no hay palabras, solo hay dimensiones a través del misterio.
Por estos motivos es que Shiva es el Dios patrón de las ciencias yóguicas, tántricas y mistéricas.
Uno de sus mantras más poderosos, es "ॐ नम शिवाय", que se translitera como "Om NamaShivaya".
"Om" condensa la frecuencia vibratoria que emanó de la creación, y las otras cinco silabas son las semillas resultantes; "Na" es el sonido que representa al elemento tierra, "Ma" es el sonido que representa al agua, "Śi" representa al fuego, "Vā" representa al aire pránico, y "Ya" representa al éter. Su significado total es que la conciencia universal es una, y que todo viene, emana y vuelve a Shiva. Este es un mantra beneficioso para todas las dolencias físicas y mentales, y la recitación de estas sílabas es terapia de sonido para el cuerpo y néctar para el Ātman (Alma). Tradicionalmente se repite 108 veces al día (esta práctica se llama japa yoga).
Incluso, dentro del shivaísmo existe una corriente que se caracteriza por su ascetismo extremo, los "Aghori", que en su intento de emular a las prácticas de Shiva, a menudo habitan en cuevas, cementerios, bosques y crematorios, generalmente deambulando semidesnudos o con viejos harapos, totalmente alejados de las comodidades de la vida moderna, alimentándose de cualquier limosna o carroña que puedan encontrar, además, su principal característica es que cubren sus cuerpos con cenizas de cadáveres humanos o animales, con el objetivo de estar lo más cerca posible de la muerte, junto con ello, realizan muchas prácticas subversivas, como el sexo ritual, el uso de collares y cuencos hechos con cráneos humanos, y un chamanismo tildado de vāmāchāra (sendero de la mano izquierda o mal llamada "magia negra"). Los gurús Aghori creen que un verdadero iniciado en esta corriente debe romper todos los lazos con la sociedad y las posesiones terrenales, y que deben vivir toda su vida en el campo de cremación, comiendo y bebiendo sólo a través del kapala (cuenco hecho con un cráneo humano). Cuanto más borran la línea entre lo limpio y lo impuro, lo santo y lo profano, lo bueno y lo malo, más poderes y desarrollo espiritual se adquiere. Sin embargo, existen muchos prejuicios e infundio en torno a los Aghori, principalmente evocados por la prensa amarillista de occidente que los retrata como personas salvajes e incivilizadas, pero lo cierto es que los Aghori son eruditos muy pacíficos que han dedicado sus vidas al desarrollo espiritual, buscando liberarse de las ataduras de la codicia, la obsesión, la ira, el placer sensual, el materialismo y el miedo a la muerte. A cualquiera que critique a los Aghori deberíamos replicarles; ¿Crees que vivir en los bosques y en los campos de cremación, lejos de la comodidad del mundo, lejos de esa cama acogedora, es fácil? ¿Crees que el apego a la nada, incluso a un trozo de tela, ya sea en los furiosos monzones, o en los fríos inviernos, o en los abrasadores veranos, es fácil? Si realmente entendemos la conciencia elevada de los Aghori, entonces entenderemos sus motivos detrás de cada acción. Un Aghori genuino es realmente opuesto a la imagen preconcebida que alimenta la prensa amarillista, y la mayoría de los críticos obtienen su conocimiento gracias a internet. Solo escriba "aghoris" en el buscador de Google para ver la enorme cantidad de artículos amarillistas e ignorantes que los describen como caníbales y necrofílicos. Muchas personas desconocen que un Aghori no tiene ni siquiera la necesidad de cubrirse con cenizas y de andar desnudo, y que incluso pueden llevar vidas normales como cualquier persona. Muchos de los supuestos Aghori que se prestan para documentales y reportajes extranjeros, son en realidad charlatanes, ya que un Aghori real jamás expondría sus creencias y costumbres ante los ojos de una cámara, ya que, como mencioné anteriormente, el shivaísmo es principalmente mistérico, y este corriente lo es todavía más.
El Señor Shiva tiene muchas manifestaciones, las cuales podríamos definir como extensiones de su poder y personalidad. Cada una cumple un propósito específico, e incluso, se les suele adorar de manera independiente, tal como ocurre, por ejemplo, con los avatares de Vishnu. Entre ellas destaca:
- Ardhanārī: "El Señor mitad mujer", o también traducido como "El Señor Hermafrodito". Esta es una manifestación andrógina, puesto que condensa la energía y la polarización de dos principios universales que rigen y sustentan el cosmos; lo masculino, expresado por Shiva, y lo femenino, expresado por Shakti (y en general por Kali, Parvati, Durga, o las Mahavidyas). Esta unión representa la armonía de ambas energías sustentadoras, por ello, se suele retratar al Señor Ardhanārī con el cuerpo de ambos Dioses.
- Bhairava: "El Temible". Esta es la manifestación furiosa y colérica de Shiva. También se le conoce como el "Señor de los Perros", siendo este su animal sagrado, y como "Kshetrapala", que significa "Guardián del Universo". Bhairava es ampliamente venerado por los tántricos, yoguis y aghoris, por el hecho de brindar varios tipos de "siddhis" (desarrollo espiritual y psíquico). Sus bendiciones incluyen la purificación de la mente y la protección del cuerpo, pero más importante aún; Bhairava destruye el mal karma, razón por la cual se le llama "Devorador de pecados". Se le invoca también para combatir energías regresivas y demonios, y para afrontar las dificultades terrenales de Kali Yuga. A pesar de ser una de las Deidades más temidas, retratado generalmente con largos colmillos, cabezas humanas, fuego, armas, y toda clase de bestias, es, esencialmente, uno de los Dioses más gratificantes y protectores.
- Rudra: Rudra es otra de las manifestaciones terribles y coléricas de Shiva. Etimológicamente, la palabra "Rudra" se traduce como "Salvaje", "Rugiente" o "Feroz". Rudra es la energía que destruye y que mata. Es la personificación de la rabia y de la ira. Él es la naturaleza indómita, idiosincrásica, inculta, impetuosa, siniestra, caprichosa e impredecible. Rudra es la entidad que destruye cuando la danza llega a su fin. En el Rigveda, el papel de Rudra como un Dios colérico es evidente en las referencias a Él como "ghora" ("extremadamente aterrador"). Curiosamente, la veneración de Rudra puede postergar la muerte y la destrucción de un individuo, y por ello se le llama "Vaidyanatha", que significa "Señor de la Salud" o "Señor de los Remedios". En los tiempos védicos, Rudra fue patrón de los contrabandistas y ladrones. Esto, esotéricamente, significa que la energía de Shiva es omnipresente; está en lo mejor de lo mejor y en lo peor de lo peor. Algunas de sus bendiciones son: rectitud, disciplina, sabiduría e intuición. Iconográficamente, se suele retratar a Rudra como a un feroz cazador y arquero.
- Pashupati: "Señor de todos los animales" o "Señor de todas las criaturas". Esta no es una manifestación como tal, sino que más bien un epíteto que presenta a Shiva como guía para conducir a las almas por el buen camino y transgredir el velo de māyā (ilusión). Todos los seres vivos, sin excepción, poseemos un instinto bestial o animal que nos aleja del verdadero conocimiento divino. Por lo tanto, la única manera en que podemos liberarnos de estas ataduras, es por medio del Señor Shiva, quien es el Dios final de todo, y quien es capaz de absolver a los seres de dichas cadenas. Y aquí el nombre "Pashupati" tiene gran relevancia, puesto que puede verse como un juego de palabras en donde "pashu" no solo significa animales o criaturas, sino que puede asociarse con el término "pāśa", que significa "lazo"; aquellos lazos que nos aferran al ciclo de reencarnaciones, como "avidya" (ignorancia), "karma" (acción) y "vāsanā" (patrones conductuales). Durante las excavaciones en Mohenjo-Daro, se descubrió el llamado "Sello de Pashupati", que representa a un hombre sentado en una posición de loto (padmāsana) con tres caras y dos cuernos, mientras a su alrededor se aprecian algunos animales y siluetas humanas. Esta es una de las representaciones iconográficas más antiguas de Shiva, datándose del Período Intermedio I, cerca del 2.350 a.n.e.
- Dakṣiṇāmūrti: Esta manifestación de Shiva tiene el objetivo de revelarle conocimiento a la humanidad. Se le contacta a través de los estados meditativos más profundos. Por ello, se le adora como el gran gurú; un gurú universal que otorga bendiciones a los buscadores de salvación, en cualquier momento o lugar. Dakṣiṇāmūrti es patrón de los grandes meditadores, y ayuda a controlar los sentidos, también aclara la mente y el entendimiento. Comúnmente se le ve pisoteando al demonio Apasmāra, que representa ignorancia y pecado. Su nombre significa "el que mira hacia el sur", y es habitual que en los templos de Shiva se coloquen estatuas de Dakṣiṇāmūrti en esta dirección.
- Naṭarāja: "Rey de la Danza". Como se explicó en párrafos anteriores, esta es la manifestación que vitaliza y destruye a todos los componentes del cosmos. Su danza se expresa a través de un dinamismo entrópico que crea y pulsa una red de interacciones subatómicas que sostienen la existencia. Mientras Shiva danza, el universo vive, y cuando cesa, todo se desintegra y vuelve a la nada. Por ello es que Shiva es conocido por ser el "Destructor del Universo", y la causa por la cual su piel es de color grisácea; ya que se impregna con la ceniza de todos los elementos que se consumen por la flama que emana de su mano. Su tambor emite la frecuencia entrópica que crea y que vitaliza a los seres y objetos, mientras que su reloj de arena indica que, el cosmos, recién creado, será, en cuestión de tiempo, destruido, y así sucesiva y eternamente. Al igual que Dakṣiṇāmūrti; Naṭarāja pisotea al demonio Apasmāra en la mayoría de las representaciones, mientra a sus espaldas estalla el fuego, las serpientes arrojan veneno por los aires, de fondo caen truenos y relámpagos, y las olas gigantes escalan el cielo. El universo entero y todas la dimensiones participan en su danza cósmica de destrucción, representando el ciclo interminable de muerte y renacimiento, el cual incluso está ocurriendo en este preciso momento al interior de cada célula y átomo de nuestro organismo.
- Khaṇḍobā: Dios guerrero, destructor de demonios y manifestación bélica. Su nombre proviene etimológicamente de las palabras "khanda", que significa "espada", y de "ba"; un sufijo que se utiliza para referirse a un padre, por lo tanto, "Padre de la espada". Otra variante es "Khanderao", en donde se hace uso del sufijo "rao" (jefe, rey). Generalmente se le retrata montando un caballo mientras blande su espada en pleno combate, casi siempre en compañía de un fiel perro que lo escolta, y también, de su esposa Mhalsa. Otras veces se retrata con cuatro brazos, en los cuales porta un "damaru" (tambor), un "trishula" (el tridente de Shiva), un "bhandara-patra" (un cuenco lleno de cúrcuma) y una gran espada. Khaṇḍobā es considerado un Dios del "Sakāmabhakti" (devoción que concede peticiones), y una Deidad que responde fehacientemente a los votos. También es patrón de la guerra, la fertilidad, la agricultura, la caza y la ganadería.
- Gajasurasamhara: Gajasurasamhara es otro aspecto feroz y terrorífico de Shiva, cuyo nombre significa literalmente "El Asesino del demonio-elefante", y lleva este nombre por el hecho de que los textos mencionan que en cierta ocasión, una criatura maligna con forma de elefante sembraba el caos y el terror en una aldea. Los brahmanes que adoraban el linga (más abajo explicado) se encomendaron a Shiva, entonces, Shiva emergió de la piedra, asesinó al demonio y posteriormente lo desolló para quitarle la piel y usarla como prenda. Iconográficamente se le muestra ejecutando su danza de la destrucción encima del cadáver del elefante, a veces, mientras se encuentra envuelto por su piel.
[Nota: Es cierto que muchas manifestaciones de Shiva son terribles y coléricas, al igual que otros Dioses hindúes, como Yama, Kali, Indra, Mahākāla, Tara, Bhairavi, Shani, entre otros, y aún así son vistos de manera positiva por parte de los devotos, siendo respetados y adorados por igual. Esto ocurre porque en el hinduismo no existe la concepción occidental del bien y el mal, o de Dioses buenos o Dioses malos, al contrario; se sabe que todos polarizan diferentes aspectos metafísicos del cosmos, ayudando a mantener un orden y un equilibrio. Además, la adoración de los Dioses siempre traerá beneficios para el devoto, puesto que condensan un aspecto de Brahman; la última realidad trascendental. Por otro lado también existen demonios y entidades regresivas, y son ellos a quienes se cataloga como "malos"].
El Señor Shiva recibe epítetos como "āśutōṣa" ("fácil de complacer") y "bhōlēnātha" ("inocente"; ya que no hace diferencia alguna entre sus devotos, sean buenos o malos). Si adoramos a Shiva con rigurosidad, sinceridad y esmero, seremos complacidos, y es sabido que Shiva siempre escucha las plegarias de sus fieles, incluso aquellas relacionadas al plano material o mundano. Por ello se dice que Shiva es uno de los Dioses más activos en la Era de Yuga. Al igual que Brahmā, Shiva favorece a cualquiera que los venere de corazón y que realice pujas (adoraciones), yajñas (sacrificios-rituales) y prāyaścittas (penitencias) en sus nombres. En los textos sagrados se menciona que estos Dioses incluso han bendecido y ayudado a demonios y hombres de mal. Y este aspecto los diferencia, por ejemplo, de Vishnu, quien resulta ser un poco más difícil de complacer que otros, ya que sólo lo hará si la intención del devoto es alcanzar mokṣa (volver a Vaikuntha). Si una persona adora a Vishnu sin sinceridad ni buenas intenciones, o solo por deseos/necesidades materiales/mundanas/pasajeras, entonces no estará complacido, porque estas cosas sólo prolongan el retorno del hombre hacia nuestro hogar original; Vaikuntha.
Pero atención; los 3 Dioses, así como los cientos del panteón hindú, pueden perfectamente negar y conceder favores, solo que algunos son más abiertos que otros, dependiendo también de la circunstancia, de la intención y del mérito. Recordemos que cada Dios encarna energías diferentes que debemos sintonizar.
En la mayoría de las representaciones shivaitas, se suele ver una especie de piedra alargada, generalmente de color negro, que sobresale del piso, teniendo en su base una pequeña plataforma cuadriculada, circular o triangular. Ese conjunto de figuras es el "Linga - Yoni", el cual cumple la función de servir como centro de adoración y foco meditativo.
El Linga - Yoni se suele adornar con flores, guirnaldas, alimentos, y toda clase de ofrendas, ya que representa a Dios en su totalidad. Las escrituras tántricas equiparan el Linga con purusha, la conciencia pura, y el Yoni con prakriti, la energía creativa de la conciencia. Los textos de yoga, como el Yoga Sutra y el Samkhya Karika, así como los textos shivaitas, dedican muchos pasajes a una cuidadosa explicación de la unidad e inseparabilidad de la conciencia y la energía creativa inherente a ella. La conjunción de Linga y Yoni simboliza la verdad metafísica de que Shiva y Shakti son inherentes el uno al otro, son lo mismo.
El Linga es un símbolo universal de la Realidad Última, una expresión visible de lo invisible. De hecho, "Linga" literalmente significa "signo" o "símbolo". La respuesta esotérica y compleja, la respuesta que se encuentra en la doctrina yóguica, es que el Linga no es simplemente un símbolo visible de la Verdad invisible; es literalmente una manifestación de esa Verdad. Según el yoga, Dios es la Verdad trascendental y se encuentra más allá del ámbito de los nombres y las formas. Pero la mente, condicionada por el tiempo, el espacio y la causalidad, no tiene manera de captar lo que es eterno y sin forma. Así que los yoguis nos dieron el Linga como un medio para señalar la Realidad trascendental más allá del mundo físico, la Verdad sin forma e inmutable fuera del reino de los sentidos. La mayoría de los Lingas son moldeados y suavizados por el agua, tal como nosotros mismos somos moldeados y sostenidos por ese fluido de vida. Por lo tanto, suelen ser fabricados con materiales naturales, como piedras, rocas, greda, barro, minerales, e incluso, cualquier elemento de morfología similar que podamos encontrar en la naturaleza, como el pico de una montaña, un hormiguero, un tocón, entre otros.
Por lo tanto, el significado interno de Shivalinga es que hay un principio masculino no manifiesto que es la conciencia estática, y una energía femenina no manifiesta que es la fuerza creativa. Cuando estas dos fuerzas no manifiestas se abrazan con un propósito armonioso, el universo evoluciona en su forma manifiesta. En términos simbólicos, Linga y Yoni son el equivalente cósmico de la procreación, el principio primordial del amor, conocido como kama tattva o iccha shakti. Esta es la fuerza que impulsa a Shiva y a Shakti; una configuración protogénica. El mismo proceso ocurre en el mundo manifiesto: el principio del amor une a los dos amantes y los impulsa hacia una meta común. En la vida de los menos evolucionados espiritualmente, este principio primordial del amor (kama) va acompañado de lujuria (vasana), razón por la cual muchas acciones están motivadas por deseos sensuales y apego. El yogui aprende a aprovechar la lujuria por los objetos limitados y mundanos para reposar en la fuente de todo placer: el amor mismo. Los aspectos masculino y femenino se unen como el ADN en un óvulo fertilizado. Debido a que la elipse no tiene un punto de inicio o final en su superficie redondeada, puede verse como la forma primordial de la que emergen todas las formas. Así como "Om" es la vibración primordial de la que emanan todos los demás sonidos, todas las demás formas emergen del Linga. En el Linga redondeado, cualquier punto podría representar los ojos, la cabeza o los pies de cualquiera de las infinitas formas que impregna el Ser Universal. Entonces, esta figura con forma de falo incrustada en un agujero, representa el comienzo de los ciclos de nacimiento, disolución y renacimiento. Cuando Linga se encuentra con Yoni, nosotros venimos a este universo; nacemos, encarnamos. Es un símbolo de cómo llegamos a existir; cómo nos originamos. Si Linga y Yoni no se unen, nunca nacemos.
Otros elementos simbólicos que usualmente acompañan la imagen de Shiva, y que profundizan en su significado esotérico, son: un tridente, una media luna, una cascada que emana desde su cabeza, una serpiente, un ojo entreabierto, un toro y piel de tigre.
El tridente de Shiva se ha transformado en uno de los elementos simbólicos más ricos y populares de la religión. Como la Trimūrti, las tres cuchillas de su arma representan creación, mantenimiento y destrucción; pasado, presente y futuro; cuerpo, mente y alma; muerte, ascensión y reencarnación. Esotéricamente, las dos puntas laterales del tridente se elevan hasta un punto determinado, mientras que la tercera se emplaza más arriba, en dirección al entrecejo. Esta es una representación de tres canales etéricos: ida, pigala y sushumna, que recorren la columna vertebral desde su base hasta el chakra superior de la cabeza. Es por ello que muchas veces se encuentra un trishula plasmado en la frente de Shiva, así como en la de su hijo Ganesha. En algunas representaciones, el tridente va acompañado del "damaru"; el tambor que emite las frecuencias vibratorias de la creación, que también porta en su rol como Naṭarāja.
La luna creciente o media luna que se aprecia en la cabeza del Señor Shiva, enriquece sus atributos como entidad espiritual. De Shiva florecen todas las energías de la meditación y el desarrollo intuitivo. Por ello se le llama "Chandraśekhara", que significa "Aquel que lleva la luna en su cabeza". El fenómeno creciente y menguante de la luna simboliza el ciclo de tiempo a través del cual la creación evoluciona desde el principio hasta el fin de los días.
De su cabeza también fluye una corriente de agua, el cual representa al Río Ganges, sagrado en la cultura india y nombrado en múltiples historias de la religión. El Ganges es un río celestial que aterrizó en este planeta, y la fuerza de éste habría causado daño al mundo, por lo que Shiva lo tomó sobre su cabeza y lo dejó fluir suavemente a través de su cabello por las laderas del Himalaya. Esta es una expresión dialéctica de lo que significa para las personas, su santidad.
La serpiente enrollada en su cuello, que Shiva porta como si fuese un collar, hace referencia a la conexión intrínseca que posee con el renacimiento y la reencarnación. En el hinduismo, así como en muchas otras culturas del mundo, las serpientes representan el ciclo interminable de nacimiento y muerte. Así como constantemente la serpiente se deshace de su piel, el alma deja el cuerpo físico y reencarna en uno nuevo.
Generalmente se puede observar que existe un ojo entreabierto sobre su frente. Esto hace referencia a su rol como Dios espiritual y patrón de las ciencias yóguicas y tántricas, simbolizando el extenuante desarrollo de su tercer ojo (Chakra Ājñā).
Otro elemento importante que su imagen contempla, es la compañía de un toro; su animal sagrado. Los textos describen que su toro se llama "Nandi", que significa "felicidad" o "benevolencia", y se le describe iconográficamente como un toro de pelaje blanco u oscuro, que lleva una banda para el cuello hecha de campanillas. También se suele retratar con un cuerpo antropozoomorfo, es decir, mitad hombre y mitad toro, en cuyas extremidades porta laureles, una caracola, un bastón, y una mano libre para bendecir a los devotos. Nandi y Shiva son compañeros inseparables, y los devotos lo adoran como intermediario entre ellos y Dios. De hecho, es muy recurrente que quienes visiten un templo de Shiva, primero le entreguen una ofrenda, oración, o saludo a su toro, cuyas imágenes adornan las entradas del templo. Esta es otra de las tantas razones por las cuales los bovinos (vacas y toros) son sagrados en el hinduismo.
Finalmente llegamos a la piel de tigre. Siempre se muestra a Shiva meditando encima de una piel de tigre, o bien, envuelto con estos ropajes. En el hinduismo, los tigres representan los instintos bestiales adyacentes al mundo material, junto con todos los elementos de māyā (ilusión) que corrompen al hombre. Shiva en cambio, se muestra sereno y tranquilo encima de estos animales, puesto que, al ser un gran yogui experto en el control de los sentidos y la meditación más profunda; no se contamina ni perturba con el pecado. Al mismo tiempo, es una invitación a que nosotros mismos seamos capaces de desarrollarnos espiritualmente, pese a toda la contaminación que nos rodea en el día a día.
Otro aspecto llamativo es que Shiva siempre se retrata con el cabello largo y despeinado, incluso, algunas veces con trenzas, rasta y barba.
En su faceta como Naṭarāja, esto simboliza el caos del dinamismo entrópico, así como el desorden de la destrucción que se extiende gracias a su danza extática, que fluye sin mesura por los aires al ritmo de sus pies y la frecuencia del tambor.
Como Shiva, su cabello largo y desordenado es símbolo de ascetismo, austeridad y renuncia. Los textos casi siempre lo muestran habitando en cuevas y lejanos bosques para dedicarse por completo a la meditación. No por nada es patrón del tantra y el yoga.
Debido a su apariencia recibe el epíteto de "Jatadhara", que significa "Portador de cabello enmarañado".
Si bien se le suele retratar como asceta, lo cierto es que Shiva también posee una familia, y los textos narran que emplea su tiempo entre ambas actividades. Shiva es el esposo de la Diosa Parvati, padre del Dios Karttikeya, y padre espiritual del Dios Ganesha (Ganesha fue creado por Parvati a partir de arcilla, la "materia" de la tierra.). En otras ocasiones se le muestra como esposo de la Diosa Kali, y también, de Durga. De hecho, es muy usual que Shiva esté casado con varias Diosas, puesto que, al igual que Parvati, son diferentes manifestaciones o facetas del mismo principio divino; Shakti, por lo que no habría diferencia entre una y la otra.
Lógicamente, todos estos vínculos familiares retratan un riguroso mecanismo esotérico que explica las diferentes funciones y manifestaciones de la energía divina. Los antiguos rishis y gurúes de la India, idearon la manera más simple de poder acercar el conocimiento divino a la mente mundana. Muchas historias hindúes narran historias apólogas o de carácter mitológico, por ejemplo, los Puranas, para explicar un tema complejo de la manera más familiar posible. Esto los diferencia de otros libros sagrados, como los Vedas o los Upanishads, que abordan asuntos trascendentales profundos y complejos, los cuales requieren un mayor entendimiento y estudio por parte del devoto. Entonces, cuando se dice que un Dios está casado con tal Diosa y que tiene tal cantidad de hijos, es porque existe un mensaje profundo detrás.
Todo ser vivo que tenga fecha de nacimiento, también tendrá fecha de muerte. La muerte es la verdad última de esta vida mortal en el plano físico. Entonces, cuando llega el momento indicado, la criatura fallece, al igual que cualquier objeto material que pueda desintegrarse y dejar de existir, incluyendo al universo en sí mismo (véase: "Ciclos yuga" y "Año de Brahmā"). Shiva es el Dios de la muerte porque rige este proceso; Él encarna el poder de transformación de todo aquello que existe en el cosmos. Shiva es la muerte que desintegra y transforma. Cuando la danza llega a su fin, los objetos y seres vivos quedan totalmente inanimados, y se consumen por la llama de su palma, retornando a su origen. Shiva encarna más bien una especie de muerte metafórica que da inicio a un nuevo ciclo (saṃsāra). Shiva permite la muerte y la desintegración de la materia; todo lo que deja de existir llega ineludiblemente a Shiva; Él es la última realidad del universo. Por su parte, es Yama quien se relaciona e involucra personalmente con estos procesos. Yama es el Dios de la muerte en el sentido literal de la palabra, equiparable con Hades-Plutón en la religión grecorromana, o con Osiris en la egipcia. Yama es quien rige todas las etapas post mortem del alma, actuando como juez y verdugo que aplica las leyes kármicas correspondientes a cada individuo que dejó de existir. Por ello se le conoce como "Dharmaraja", que significa "Rey del Dharma", puesto que es el mejor ejemplo de buenas obras y disciplina. Entonces, Shiva hace posible la desintegración de la materia, así como su renacimiento, mientras que Yama es el intermedio entre ambas etapas. Yama castiga a los pecadores y hacedores del mal. Pero, ¿por qué lo hace? Porque ha sido elegido específicamente para llevar a cabo ese papel, así es como funciona la naturaleza del universo. El trabajo de Yama es asegurarse de que las personas del plano material se adhieran al Dharma, a la rectitud, a la verdad, a la buena conducta, a la disciplina, al respeto y a los valores morales, para así ayudarnos a trascender y a desanclarnos del sufrimiento del saṃsāra. Yama conoce los entresijos del Dharma y la conducta recta, siendo el dueño de las almas individuales. Es su deber protegernos de no caer más lejos en cada vida de Dios y la Verdad Suprema, así que nos hace pagar por nuestros pecados en el Infierno (Naraka), mientras que las buenas obras serán recompensadas con la estadía en los planos celestiales.
Esto ya fue explicado con mayor detalle en:
Además, Shiva es piadoso y benevolente con todos los seres vivos, y generalmente es retratado de forma serena y pacífica, tal como un yogui imperturbable Mientras que el Señor Yama siempre es retratado de manera terrorífica y siniestra, generalmente castigando a los pecadores en las fauces del Naraka, como se aprecia en la siguiente imagen:
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