Las enfermedades que sufrimos a lo largo de nuestras vidas, incluyendo la causa de muerte y la edad en la cual se produzca; responden exclusivamente a la acción del Karma. La muerte se encuentra predestinada para cada individuo desde mucho antes de nacer. En pocas palabras, las enfermedades responden al Karma de vidas y acciones anteriores. Cada enfermedad está predestinada según los méritos pasados. Al momento de nacer nos enfrentamos a una cuenta regresiva que limita el tiempo de nuestra existencia hasta el momento en que se materialice dicha enfermedad. Y si bien es cierto que un estilo de vida saludable, o bien, uno dañino, pueden mejorar o complicar la salud, lo cierto es que no hay escapatoria de aquel final que nos espera; tarde o temprano el Karma se hará presente para cobrar la deuda.
Nuestras obras se convierten en nuestro destino. Todos los nacimientos que tenemos en el plano material, son producto de acciones realizadas por nosotros mismos en tiempos y vidas anteriores; independientemente si vivimos como seres humanos o no. Cada acción tiene su reacción de acuerdo a la ley cósmica, y ninguna acción se queda sin una consecuencia adecuada. Las malas acciones no se quedan sin sus efectos amargos sobre quien las ejecuta.
En el Garuda Purana (5.57), un importante libro sagrado, se lee:
"El karma que se ha hecho, ya sea bueno o malo, inevitablemente debe sufrirse. El karma que no se sufre no se desvanece ni siquiera en decenas de millones de eras".
Se dice que la vida de uno se encuentra predestinada, por el hecho de que disponemos de un tiempo limite para vivir; tiempo en el cual debemos enmendar nuestras acciones y limpiar el mal karma. Cada encarnación en el plano físico, busca que despojemos nuestra alma de las contaminaciones, impurezas y pecado, para así detener este ciclo de muertes y renacimientos y llegar a Dios. Por lo tanto, debemos aprovechar nuestro tiempo antes de que una enfermedad se haga presente e interfiera con nuestra oportunidad de mejorar.
El Karma estructura y determina las circunstancias en donde nacemos (familia, genes, país, clase social, sexo, etc.). El Karma acomoda las piezas de nuestra existencia para que padezcamos la enfermedad que nos corresponde, sea hereditaria, sea provocada por un accidente o golpe, por una mala dieta, por contaminación, por el ambiente en donde estemos, etc. Tu familia, tu estado económico y cultural, tu inteligencia, tu educación, tus seres queridos, tus amigos, tu escuela y universidad, tu trabajo, tu salud, tus intereses y habilidades, son parte de tus frutos kármicos. La suerte, el azar, la coincidencia o cosas similares no tienen cabida en este camino. Serás atraído y empujado por las influencias de tus karmas pasados directa y sutilmente a lo largo de cada segundo de tu vida.
Uno no padece una enfermedad porque la haya heredado de su padre. Fue el Karma quien precisamente contribuyó a que el individuo naciera en esa circunstancia para afrontar dicha enfermedad. Hay ciertos genes que no se expresan a menos que tengan el ambiente apropiado para su manifestación. Sin embargo las casualidades no existen; uno se expuso a las condiciones propicias para la expresión de aquel gen porque así estaba previsto. El Karma estructura nuestra vida y las circunstancias que generen o prevengan una enfermedad.
Las personas sin conocimiento védico pueden pensar que dichos factores se deben al mero azar, y que uno lleva los genes de una enfermedad por mala suerte, pero no. La deuda kármica dictó que uno naciera en tal familia y que en tal momento padeceremos una enfermedad.
El Karma actúa de esta forma.
Si usted nace en una familia con una anomalía genética, entonces, es una expresión de su Karma, al igual que el de su familia. Si usted adquirió una enfermedad producto de un golpe, ese golpe no fue casualidad. Las enfermedades y el sufrimiento son el resultado del mal Karma. Las razones de las enfermedades o el sufrimiento pueden ser cambios en la forma química o estructural de nuestro cuerpo; pero siempre se activarán, no pueden evitarse.
Toda enfermedad comienza con un potencial que las activa. En la concepción, la selección de genes puede determinar diferentes trastornos genéticos y hereditarios. Ambientalmente, si una madre bebe alcohol en exceso, consume drogas o fuma durante el embarazo, el bebé puede terminar con distintas enfermedades. Nuestra genética puede verse influenciada por nuestro entorno. Cuando nuestras opciones ambientales son malas, entonces puede ocurrir una enfermedad. Fumar puede provocar cáncer de pulmón. El exceso de azúcar puede provocar diabetes. Una víctima de algún traumatismo de cráneo tiene posibilidades de desarrollar epilepsia. Una ciudad que tiene poco control sobre la contaminación del aire, provoca que las tasas de asma puedan aumentar y concluir en enfermedades pulmonares como el enfisema. Uno puede pensar que se enferma debido a la exposición ante estos factores, pero lo cierto es que no, el Karma acomodó todas estas piezas.
La vida, la enfermedad y la muerte son intercambiables, y es simplemente Karma, causa y efecto. No hay nada malo ni bueno en ello. Simplemente son los procesos de la naturaleza y el proceso de la existencia. Nacimiento, vida, decadencia, muerte y reencarnación.
Lo importante es que las personas aprendan a asimilar su padecimiento, a convivir con ella, y a entender que se produjo por causas kármicas. Ya que no puedes cambiar tu karma del presente, puesto que están fructificando, no luches contra ellos ni te niegues a aceptarlos. La resistencia y la negación únicamente generan mal karma. Hay que aceptar el presente pase lo que pase. Luego, usa toda tu fuerza de voluntad, recursos e inteligencia, para hacer lo que deseas hacer con una voluntad de hierro. De este modo el mal karma se limpia y la conciencia adquiere un mayor grado de desarrollo, ayudando a que la próxima vida sea mucho mejor. Nadie puede huir de su Karma.
Por estas razones, el suicidio se considera como uno de los actos más aborrecibles que un ser humano podría cometer, siendo un pecado extremadamente grave. El suicida cree que escapa de sus problemas y sufrimientos atentando contra su vida, pero lo cierto es que todos sus tormentos y dolores se intensificarán en un próximo renacimiento, e incluso en los momentos inmediatos de haberse producido la muerte. El suicidio es un acto aborrecible puesto que rompe con la cadena de acometimientos naturales que estaban predestinados para nuestra vida. El suicidio es una forma de evadir nuestra responsabilidad por actos que nosotros mismos generamos. El suicidio desafía las leyes cósmicas del universo de las que nadie puede escapar. El suicidio atenta contra la chispa divina que mora en nuestro interior. Es muy probable que un suicida ya cometiera suicidio en una existencia previa; afrontando problemas similares. El suicida nunca encontrará paz hasta que acepte su destino y se deshaga de su mal karma, aun así transcurran millones de vidas. Se sabe que el suicida deberá pagar parte de su deuda kármica en el naraka (infierno), en donde será sometido a duros castigos. De igual modo, el suicida corre el riesgo de perecer en un plano denominado bajo astral, en donde se transforma en lo que coloquialmente conocemos como alma en pena, o incluso, en un demonio. Esto retardará su evolución en la escala espiritual y lo aleja cada vez más de la liberación.
Hay algunas personas que llevan un estilo de vida totalmente saludable; no fuman, no consumen drogas ni alcohol, no comen chatarra, hacen ejercicio con regularidad, etc., y de un día para otro adquieren una enfermedad terminal que nadie vio venir. Otras personas llevan un estilo totalmente contrario; fuman, consumen alcohol y chatarra, ingieren drogas, son sedentarios, no respetan su cuerpo, etc., y disfrutan de una muy extensa vida. Este ejemplo clarifica el punto de vista que brinda la cosmología hindú con respecto a las enfermedades. Si bien un estilo saludable evita dolores, complicaciones adicionales o padecimientos prematuros, lo cierto es que finalmente llegará el día en que el Karma se hagá presente. Por lo tanto, las influencias ambientales como las toxinas, el ejercicio, el estrés, la dieta y los genes, no aceleran ni retardan algo que ya está predestinado, pero sí pueden colaborar a que los padecimientos y dolores sean menores. Por ello el Hinduismo, en sus textos sagrados, promueve un estilo de vida saludable; no para cambiar el destino, sino que para prevenir otros padecimientos y dolores.
Una dieta saludable y balanceada, el ejercicio, la abstención de drogas, de alcohol y chatarra, son por supuesto factores que mejoran notablemente la calidad de vida de cualquier persona, ayudando a prevenir enfermedades y a reducir el riesgo de padecer cualquier otro problema. Un estilo de vida saludable nos ayuda física y psicológicamente. Los textos sagrados del hinduismo siempre han promovido que las personas opten por dietas balanceadas y vegetarianas, en donde exista ejercicio y rechazo a productos contaminantes (droga, alcohol, carne, etc.). De este modo no solamente reducimos las probabilidades de padecer enfermedades, sino que también de aumentar el buen Karma, el cual se transferirá a existencias futuras. Es un error creer que el Karma actúa de manera inmediata. Generalmente siempre se expresa en otra vida.
Pongamos otro ejemplo. Si producto de las consecuencias kármicas está predestinado que viviré hasta los 80 años; ¿cómo quiero llevar mi vida hasta aquel minuto? ¿Quiero ser una persona saludable y que no esté sometida a padecimientos prematuros y dolencias adicionales? ¿O quiero llegar a ese minuto de mi vida estando enfermo, postrado y desvalido?
Es importante recalcar que si bien todos vamos a morir de una determinada causa; eso no quiere decir que no nos enfermemos ni que suframos por otras a lo largo del camino.
Ninguno de los dos estilos de vida puede evitar el desenlace final, pero sí pueden ayudarnos a que nuestra vida sea más tolerable, lo que al mismo tiempo nos sirve para que aprovechemos nuestra existencia en el plano material y cometamos buenas acciones mientras todavía estemos sanos y fuertes.
En el presente artículo se ha hablado mucho sobre reencarnación y sobre karma, y realmente algunas personas no tienen un conocimiento profundo sobre ello, incluso existe mucha tergiversación. En publicaciones anteriores ya he explicado de manera detallada lo que significan y cómo funcionan. Por ello, en la presente solo haré un breve resumen.
La reencarnación se define como una ley universal que rige a todas las formas de vida existentes a lo largo del cosmos, estableciendo un ciclo infinito de muertes y renacimientos llamado "saṃsāra", palabra que se traduce del sánscrito como "flujo", "transmigración", o "errante", haciendo referencia a los infinitos viajes post-mortem del alma tras cada muerte física.
Todos los seres vivientes reencarnan, sea un humano, un perro o una flor. El Bhagavad-gītā explica:
"La conciencia de uno en el momento de la muerte, determina el tipo de cuerpo de uno en la próxima vida".
Esto significa que una persona renacerá en un cuerpo u otro según sus propios méritos. La elección entre un cuerpo y otro dependerá exclusivamente del grado de conciencia desarrollada por un ser en cada vida. Uno experimenta diferentes grados de conciencia en diferentes formas. Las personas que acumulen buen karma, probablemente renacerán como seres humanos. Las personas que acumulen mal karma producto del vicio y del pecado, probablemente renacerán como especies del mundo animal y vegetal.
Esto se debe al hecho de que el ser humano se encuentra en la cúspide de la cadena espiritual. De hecho, el único método con el cual un alma puede alcanzar mokṣa* (liberación), es mediante su existencia como ser humano, puesto que el ser humano posee libre albedrío y raciocinio, que carecen los animales. Sin albedrío ni raciocinio no se genera karma, ni positivo ni negativo. Sin albedrío ni raciocinio un cuerpo actúa únicamente motivado por instintos, y los instintos no generan karma. El ser humano es la única especie capaz de tomar decisiones basadas en el bien y el mal, y así, construir su futuro. Los animales simplemente nacen y mueren durante miles de vidas hasta que finalmente llegan al cuerpo humano.
Por ello en el Garuda Purana (6.39-42) se lee:
"¿Quién es más pecador que el necio que, apegado a los objetos de los sentidos, gasta en vano el nacimiento humano que fue tan difícil de obtener? Después de cientos de vidas se obtiene el nacimiento humano en la tierra; algo difícil de conseguir dos veces. Un humano que sólo atiende y mima los sentidos, por necedad deja escapar el este néctar de su mano. Entonces, habiendo llegado a la vejez, está atribulado con grandes enfermedades; y, habiendo llegado la muerte, va a un infierno miserable, como antes. Así, aferrados al lazo siempre circular del Karma, los pecadores, desconcertados por mi magia, nunca son liberados".
El Garuda Purana (49.57) comenta:
[...] el karma de los encarnados es hecho por ellos mismos en este mundo. Así, los hacedores del mal karma, habiendo experimentado las torturas del infierno, nacen con los residuos de sus pecados. Luego, obteniendo por miles de vidas los cuerpos de los animales, sufren de llevar cargas y otras miserias. Habiendo experimentado como un pájaro la miseria del frío, la lluvia y el calor, alcanzan después el estado humano, cuando el bien y el mal se equilibran. Habiéndose unido el hombre y la mujer, se convierte en un embrión a su debido tiempo. Habiendo sufrido las miserias desde la concepción hasta la muerte, vuelve a morir. El nacimiento y la muerte son la suerte de todos los seres encarnados; así gira la rueda en los cuatro reinos de los seres. Así como gira la rueda del tiempo, así los mortales giran por mi magia. Giran en un tiempo en la tierra, otro en el infierno, sujetos por la soga del karma. El que no micra los dones se convierte en pobre: afligido y por la pobreza comete pecado; por la fuerza del pecado va al infierno, y nace de nuevo en la pobreza, volviendo ser pecador. El karma que se ha hecho, ya sea bueno o malo, inevitablemente debe sufrirse. El karma que no se sufre no se desvanece ni siquiera en decenas de millones de eras".
"Así como un hombre descarta la ropa gastada y se pone ropa nueva, el alma descarta los cuerpos gastados y se adhiere a otros nuevos".
[Bhagavad-gītā 2.22]
“Todos los planetas del mundo material, ya sean los más elevados o los más bajos, son lugares de miseria en los que se producen repetidos ciclos de nacimiento y muerte. Pero quien llega a Mi morada, Vaikuṇṭha, ¡oh, hijo de Kunti, nunca vuelve a nacer! ”.
[Bhagavad-gītā 8.16]
Cada acción y pensamiento que realiza una persona, sean buenos o negativos; terminarán afectándole en su próxima encarnación.
Por ello el Hinduismo promueve la paz y la no violencia (Ahiṃsā), la protección de los animales y el vegetarianismo, el manejo y control de los sentidos, y la construcción de una civilización fraternal y espiritual. De igual modo, cabe decir que el Karma también afecta las razones o intenciones que tengamos detrás de cada acto. Si por ejemplo, queremos realizar buenas acciones únicamente para impresionar, para distinguirnos o para obtener ganancias personales, entonces, estaremos cosechando mal karma, ya que nuestro acto no fue motivado por el amor, el desinterés o las ganas de ayudar, sino que para alimentar nuestro ego. Por lo tanto, si una persona hace un buen acto por razones egoístas, sigue siendo un acto inmoral y pecaminoso.
Si haces caridad desinteresadamente, es decir, sin ninguna expectativa de recompensa, entonces acumulas una reserva de energía que puedes usar en cualquier momento según tus pensamientos. También ayuda en la evolución espiritual. Si ayudas a un perro callejero, transformas la energía del sufrimiento del perro en alegría que se descargará en tu cuerpo energético como buen karma.
Por ello, como ya se mencionó, el suicidio es uno de los mayores pecados que existen dentro del Hinduismo. La razón es sencilla; el suicidio forzosamente rompe con esta cadena de eventos que nosotros mismos creamos antes de nacer. El suicidio rompe todos los eventos predeterminados por nuestro Karma. El suicida cree que cometiendo aquel acto se libera del sufrimiento y de la agonía, pero lo cierto, es que lamentablemente volverá a enfrentarse con los mismos problemas, incluso intensificados. El suicida, antes de reencarnar, paga parte de su deuda kármica en el naraka (infierno), en donde será sometido a duros tormentos, para luego probablemente renacer como un animal durante muchas vidas. Posteriormente, si llegase a reencarnar con un cuerpo humano; se verá sometido a las mismas penas y dolores que tuvo en su última existencia humana. Dicho ciclo no acabará hasta el suicida enfrente su destino y pague su deuda kármica.
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