> Hinduismo Sagrado: Narasiṃha (नरसिंह): El Dios protector y aniquilador de demonios

martes, 25 de mayo de 2021

Narasiṃha (नरसिंह): El Dios protector y aniquilador de demonios


El Señor Narasiṃha es reconocido en las Escrituras como una de las Deidades más importantes y benévolas del Universo, debido a su significativo rol como entidad protectora, y la muy positiva energía que su poder condensa. Narasiṃha  protege a todos los devotos que se refugian en él, entonces, siempre debemos orar al Señor Narasiṃha por protección. Hoy, al momento de escribir el presente artículo, nos encontramos a martes 25 de mayo del año 2021; fecha que conmemora la llegada del Señor Narasiṃha a nuestro planeta, y su posterior victoria en contra de las cruentas legiones demoníacas, las cuales se encargaban de infundir el "adharma" entre los humanos, desviándolos del camino de luz y verdad.

Es por ello que en esta publicación conoceremos todo acerca de este magnífico Dios. 


La adoración de 
Narasiṃha otorga rectitud, iluminación, conocimiento, y sobre todo; protección. Él vino personalmente hace miles de años para proteger a sus devotos de la corrupción y la maldad del mundo.

El Señor Narasiṃha no solo es un Dios poderoso y misericordioso, sino que además, es la encarnación plenaria del Señor Vishnu, siendo una característica que le otorga todavía más respeto e imponencia. Narasiṃha es de hecho la encarnación más intensa, violenta e iracunda del propio Vishnu, quien generalmente es pacífico e inmutable. Pero todo tiene su justificación, ya que Narasiṃha descendió para eliminar el mal.

Los textos sagrados nos dicen que Narasiṃha es un purna-avatar o avatar completo, es decir; que posee todo el conjunto de cualidades divinas que lo convierten en una entidad sumamente poderosa, teniendo seis atributos dominantes: poder, riqueza, renuncia, esplendor, energía, y sabiduría. 

Es reverenciado como defensor, guía, protector, esperanza de salvación, vencedor y destructor del mal. En su papel de protector; Narasiṃha elimina no solo el mal externo de nuestras vidas, sino que también el interno, el mal "propio" asociado a pecado y adharma, como las "arishadvargas" (enemigos de la mente):

  1. Lujuria o deseo - काम
  2. Ira - क्रोध
  3. La codicia - लोभ
  4. Delirio - मोह 
  5. Arrogancia u orgullo - मद
  6. Celos o envidia - मात्सर्य 

Pese a que muchas de sus representaciones iconográficas son un poco perturbadoras, ya que generalmente se le muestra destripando al demonio Hiranyakashipu; Narasiṃha es un Dios de amor y paz infinita, quien jamás levantaría un dedo en contra de los hombres justos.

Así podemos hacer esta comparación:

Narasiṃha con los malvados y demonios:


Narasiṃha con sus devotos:


  • La encarnación del Señor Narasiṃha

Hace miles de años atrás, gobernó sobre la Tierra un perverso demonio llamado Hiranyaksha, descrito como un tirano que incluso se atrevió a desafiar a los Dioses. Estos seres demoniacos son expertos en crear ilusión en nuestro plano, con el fin de confundir a las personas y mantenerlas sometidas en la ignorancia, el pecado y el sufrimiento.

En un momento dado, el demonio Hiranyaksha inicia una guerra contra los Dioses, atacando la morada sagrada de "Svar-loka", el planeta celestial del Señor Indra. Svar-loka es un lugar de dicha y felicidad en donde residen temporalmente los difuntos que tuvieron vidas rectas y justas, para disfrutar de recompensas antes de volver a reencarnar. La lucha pronto se extendió hasta la Tierra, lugar en donde combatieron ambos bandos. Para ponerle fin al asunto y para reestablecer el orden, el Señor Vishnu, quien es el protector del Universo, encarnó con el único objetivo de asesinar a Hiranyaksha y terminar con la guerra. Para ello, Vishnu tomó la forma de Varāha; el avatar mitad jabalí. Pese a que el demonio luchó fervientemente, no pudo hacer nada para evitar su destino, ya que terminó siendo decapitado en pleno combate a manos de Varāha. Es así como el orden, la rectitud y el Dharma fueron reestablecidos en el planeta gracias a Vishnu-Varāha.


Sin embargo, el asesinato de Hiranyaksha solo terminó alimentando la furia y el rencor de los asuras o demonios, ya que Hiranyakasipu, el hermano menor del rey asesinado, estaba planeando una venganza para asesinar a Vishnu y realzar a su ejército de demonios. 

Su sed de venganza fue avivada por Shukracharya, el gurú de los demonios, y uno de los asuras más sabios y versátiles del reino, quien además tenía el poder de invocar y reanimar a los muertos. Shukracharya fue un antiguo sabio que terminó consumiéndose por el ego y la envidia, deseando ser como los Dioses, cosa que jamás consiguió. Fue por ello que decidió unirse a los asura.

A petición de Shukracharya, Hiranyakasipu tomó una iniciativa diferente: ganarse el favor de los Dioses para así obtener poder y bendiciones. Para ello, el joven rey se transformó en un férreo devoto, admirador y servidor del Señor Brahmā, llegando a realizar extremas penitencias y severas austeridades con tal de complacerlo. Hiranyakasipu dedicó años y siglos a tal misión; exiliándose en lo más profundo de los Himalayas para meditar y complacer a Brahmā con todas sus fuerzas, y así, ser bendecido*** (esto se explica al final de la publicación). 

Inicialmente, esto pareció funcionar según lo planeado, y Brahmā se complació con las austeridades y el esfuerzo de Hiranyakasipu, cuya obra fue digna de cualquier yogui o rishi. Con el tiempo, Brahmā se aparece ante Hiranyakasipu, y le ofrece una bendición de su elección. Hiranyakasipu solicita el don de la inmortalidad, pero Brahmā se niega, argumentando que tal favor no se le puede conceder a ningún ser mortal. Entonces Hiranyakasipu le solicita un don que sea lo más cercano a la inmortalidad, diciendo: 

"Oh mi Señor, oh el mejor de los dadores de bendiciones, si tienes la amabilidad de concederme la bendición que deseo, que es la siguiente: por favor, no me dejes encontrar la muerte por parte de ninguna de las entidades vivientes creadas por ti. Concédeme que no muera dentro de ninguna residencia o fuera de ninguna residencia, ni durante el día o la noche, ni en la tierra ni en los aires. Concédeme que mi muerte no sea provocada por ningún ser que no sean aquellos creados por ti, ni por ningún arma, ni por ningún ser humano o animal. Concédeme que no me enfrente a la muerte de ninguna entidad, viva o no viva. Concédeme, además, que no me mate ningún semidiós o demonio ni ninguna gran serpiente de los planetas inferiores. Como nadie puede matarte en el campo de batalla, no tienes competidor. Por tanto, concédeme la bendición de que yo tampoco tenga rival. Dame el señorío exclusivo sobre todas las entidades vivientes y deidades que presiden, y dame todas las glorias obtenidas por ese puesto. Además, dame todos los poderes místicos obtenidos por largas austeridades y la práctica del yoga, porque estos no se pueden perder en ningún momento".

Brahmā accede a la petición de Hiranyakasipu, y lo transforma en una entidad tremendamente poderosa, casi indestructible. 

Hiranyakasipu dedicó tanto tiempo al servicio de Brahmā y al ascetismo extremo, que descuidó sus funciones como rey y padre de familia. De hecho, mientras Hiranyakasipu se encontraba ausente realizando sus pujas y penitencias, los Dioses destruyeron su reino demoníaco, su palacio y asesinaron a centenares de demonios y lacayos. Incluso el Señor Indra secuestró a Kayadhu, esposa de Hiranyakasipu, quien además estaba embarazada. Durante su cautiverio, Kayadhu conoció al maestro divino "Nārada Muni", un ente de luz y conocimiento celestial, pero sobre todo, un férreo devoto de Vishnu. Nārada le predicó a Kayadhu sobre su Señor, y le cantó innumerables oraciones, mantras y hazañas, las cuales, también eran escuchadas inconscientemente por el pequeño que llevaba en el vientre. En consecuencia, Indra la libera.

Nārada Muni auguró que el niño sería un ejemplo de virtud y amor, a pesar de ser el hijo de un asura. La misma Kayadhu se sintió dichosa por las palabras y cuidados de Nārada, convirtiéndose en una devota del Señor Vishnu.

Tiempo después el niño nace, llamándose "Prahlāda". Su nacimiento coincide con el retorno de Hiranyakashipu, quien se entera de todo lo ocurrido, encolerizándose profundamente. Ahora no solo pretendía asesinar a Vishnu, sino que también a Indra. 

Sintiéndose seguro consigo mismo, Hiranyakashipu comenzó a perturbar la tierra y el cielo. Sus atrocidades causaron incalculables miserias, habiendo ido mucho más allá de la tolerancia posible. Hiranyakashipu se transformó en un tirano que azotó a los hombres, y luego, atacó la morada de Indra, venciendo al Dios y obligándolo a vivir en la Tierra como un humano. 

Hiranyakasipu derrotó a todos los rivales que se le pusieron por delante, sometiéndolos a todos. Criaturas terrestres y celestiales se vieron obligados a servirle, sucumbiendo ante su poder. Todos los Dioses, excepto Vishnu, Brahmā y Shiva, estaban subordinados a él. Hiranyakasipu anunció que sólo él debía ser adorado, y nadie más. En consiguiente, prohibió cualquier tipo de culto. Todos le oraron a Vishnu, quien respondió diciendo: "quien causa sufrimiento a los Dioses, brahmanas y vacas, aborreciendo las escrituras y descuidando la ley, merece castigo". Además profetizó que el fin de Hiranyakashipu llegaría pronto.

Algo que Hiranyakashipu ignoraba por completo, era que su hijo, Prahlāda, se había convertido en un férreo y amoroso devoto de Vishnu, y que de hecho, lo era desde mucho antes de nacer; ya que escuchaba los cantos y relatos de Nārada en el vientre de su madre. 

Hiranyakashipu se encoleriza al saber la inclinación espiritual de su hijo:

- “Querido hijo", preguntó, "¿quién te ha enseñado estas cosas?" 

- "El maestro de todos los maestros, el Señor Vishnu", fue la respuesta del niño. 

- “¿Quién es este Vishnu?”. Preguntó irónicamente. 

- “El Señor de mi corazón”, dijo Prahlāda. 

- ¿Cómo puedes tener un Señor que no sea yo, tu padre?" 

- “Él no es solo mi Señor, también es tuyo”, replicó. "Señor de todos".

- “Llévenselo”, dijo el enojado Hiranyakashipu. "Que desaprenda todo esto ". 

Prahlāda fue puesto por un tiempo bajo la tutela y enseñanzas de dos maestros, Chanda y Amarka, que eran hijos del sabio Sukracharya. A ellos se les ordenó estrictamente dotar al niño de todas las propiedades demoníacas y su vez; expulsar el nombre Vishnu de su conciencia. Sus mentores le enseñaron cómo alcanzar artha (riqueza) y kama (gratificación de deseos), entre otros dogmas demoníacos. Sin embargo, y, a pesar de sus mejores esfuerzos, los maestros no pudieron poner un solo pensamiento injusto en la mente de Prahlāda.

El niño fue llevado ante Hiranyakashipu.

- "Hijo", preguntó, "¿qué estudiaste con los maestros?" 

- "Orar a Vishnu", fue la respuesta. 

- Irritado y decepcionado, el rey demonio dijo: "Tendré que matar a mi malvado hijo. No hay nada que ganar mientras siga vivo. Es una vergüenza para mi familia".

Hiranyakashipu procede a suministrarle comida envenenada, pero Prahlāda parece inmune, sobreviviendo a todas las ingestas del veneno. 

Luego, ordenó que el niño fuese aplastado por una manada de elefantes, pero los elefantes no le hacían daño. 


La siguiente sentencia fue encerrar al niño en una habitación repleta de serpientes venenosas, pero ninguna lo atacó ni hirió. 


Al ver la inutilidad de sus acciones, los demonios y sirvientes de Hiranyakashipu arrojaron al niño desde lo alto de un acantilado costero. Sin embargo, Prahlāda no sufrió daño alguno durante la caída, y luego; las olas lo llevaron pacíficamente hacia la orilla, sano y salvo. Prahlāda era un gran devoto de Vishnu, y poseedor de una fe inquebrantable; él sabía que su Dios lo protegería ante cualquier circunstancia, y así fue. 

Prahlāda vio a Dios en todas partes, dentro y fuera de su corazón. Por lo tanto, estaba libre de todo temor, libre de todas las ansiedades. Tenía fe completa en que el Señor lo protegería porque se había refugiado por completo en su energía celestial. Para salvarse de la ira de su padre demoníaco no se refugió en nada material. Porque toda solución material simplemente agrava el problema. Prahlāda lo explica:

“Aunque hay muchos remedios para salir de una vida miserable, tales remedios en el mundo material son más miserables que las miserias mismas"

Cabe decir que Prahlāda tampoco sufrió dolor durante las torturas y ejecuciones, ya que se hallaba en un constante estado de samādhi con Vishnu, quien lo protegía. Posteriormente, Hiranyakashipu toma lo que según él, era una decisión definitiva, condenándolo a ser quemado vivo. 

Para ello, el rey le pidió ayuda a su hermana Holika, quien era un demonio del fuego, y por lo tanto; capaz de invocar abrasadoras llamas con absoluta inmunidad. Hiranyakashipu engañó a Prahlāda para que se sentara sobre el regazo de su tía, y así envolverlo sorpresivamente con el fuego. Sin embargo, y para sorpresa de todos, ocurrió algo completamente descabellado; Holika, el demonio del fuego, comenzó a ser devorada por sus propias llamas, muriendo en el acto, mientras que Prahlāda resultó ileso.


Hiranyakashyap estaba totalmente enfurecido. Comenzó a agitar los hombros de Prahlāda mientras lo obligaba a abandonar su fe.

- ¿Qué te confiere estos poderes?” Preguntó Hiranyakashipu. 

- “No existen 'mis' poderes”, respondió Prahlāda. "Son los poderes de Vishnu".

Al escuchar el nombre de Vishnu, Hiranyakashipu se enojó una vez más. Dio instrucciones a sus sirvientes para que llevaran al pequeño a la cima de una montaña y lo arrojaran sin misericordia hacia el rocoso vacío. Los sirvientes hicieron lo que se les dijo. Pero Prahlāda pensó en Vishnu mientras caía, y su Dios lo protegió, abrazándolo por los aires.


Hiranyakashipu se dio cuenta de que las torturas y ejecuciones físicas no surtirían ningún efecto en su hijo, así que llamó al demonio Shambarasura; quien era experto en el uso de maya, la técnica de crear ilusiones y alucinaciones. El objetivo era que Prahlāda fuese atormentado con esta magia malévola, para así tentarlo con los placeres del mundo terrenal. Pero resulta que Prahlāda seguía pensando en Vishnu, y vio como el chakra sudarshana, el arma personal del Señor; venía y acababa con todas las manifestaciones creadas por el demonio. Ninguna alucinación ni ningún placer mundano podían perturbar al pequeño. Así que Hiranyakashipu optó por otra opción; hacer que sus demonios le hicieran entender al niño, que Vishnu en realidad era un enemigo perverso que lo estaba engañando. Para ello, Prahlāda fue sometido a los dogmas de Shukracharya, que eran reglas que establecían el trato con enemigos y amigos. Los maestros lo inculcaron con todas estas enseñanzas, tal como ordenó el rey. 

Tiempo después, el pequeño fue enviado ante el palacio de su padre, quien lo estaba esperando para una interrogación. Esto ocurrió justo en el anochecer:


- “Hijo”, dijo Hiranyakashipu, “enséñame lo que has aprendido. ¿Cómo lidiarás con tus enemigos? " 

- “¿Qué enemigos?” Preguntó Prahlāda. “Vishnu está en mí, Vishnu está en mis amigos, y Vishnu está en mis enemigos".

- "Tú, villano, cuando yo me enfado, todos los mundos y sus líderes tiemblan. ¿Con qué poder te volviste tan audaz como para oponerte sin miedo a mi gobierno?", dijo Hiranyakashipu.

- “Mi querido rey, mi fuerza proviene de la misma fuente que la tuya. Todas las fuerzas provienen de la misma fuente. Sin Él, nadie puede tener fuerza. Ya sea Brahmā o un ser insignificante, todos están bajo el control de su poder". 

Hiranyakashipu encolerizado, respondió: “Siempre has hablado de un ser supremo que lo domina todo. ¿Dónde está ahora? ¿Está en este pilar de aquí? Señalando uno de los pilares de su palacio.

- Prahlāda respondió: "Él está en todas partes, Vishnu está dentro y fuera de cada ser y objeto, pero quien es esclavo de sus sentidos no puede verlo". 

- "Hablas muchas tonterías, así que voy a separar la cabeza de tu cuerpo. Ahora me gustaría ver cómo este Vishnu te protege", dijo Hiranyakashipu. "Si tienes un protector omnipresente e invisible que es mucho más poderoso que yo, déjalo aparecer inmediatamente.

Prahlāda se quedó en silencio.

- ¿Acaso tu Dios vive en este pilar de roca? Dijo Hiranyakasipu en tono sarcástico.

Al ver la mirada afirmativa de Prahlāda, Hiranyakasipu se dispuso a patear aquel pilar de roca con toda su fuerza, y así, demostrarle a su hijo que dentro no había nadie.

El pilar que el demonio pateó se partió en dos, y entre el polvo y los fragmentos que se dispersaban en el aire producto del golpe, en un santiamén, emerge una figura inmensa cuyo rugido consumió a todos los presentes. Era el Señor Narasiṃha, la forma furiosa y aterradora de Vishnu.


Narasiṃha se aferró al demonio, quien simplemente sucumbió ante el miedo y el pánico. Hiranyakasipu intentó huir, pero el desafortunado rey no pudo zafarse del Señor. Narasiṃha lo toma con sus fuertes brazos y le quiebra las caderas, para luego arrastrarlo hasta la entrada de su palacio. Posteriormente, el Señor lo coloca sobre sus rodillas y comienza a destriparlo de forma feroz, abriéndole las entrañas con sus propias garras. La sangre que brotaba salpicó la boca y la melena del Dios león, sus ojos brillaban con tal rabia que la muerte misma no se habría atrevido a mirarlo. Como una guirnalda de flores, las tripas del demonio envolvían el cuello del Señor, como si se tratase de un león que acababa de destrozar a una presa. Con sus varios brazos, Narasiṃha le arranca el corazón a Hiranyakasipu, y lo arrojó entre la multitud de demonios que veían la matanza de su líder. 


Después de un momento, recuperándose del terror, los demonios comenzaron a atacar a Narasiṃha. Y un momento después, todos estaban destrozados y sin vida.


Así fue como se manifestó la encarnación furiosa de Vishnu. Narasiṃha asesinó a los demonios y lacayos de Hiranyakasipu, y le entregó Su bendición a los hombres de bien. 

Prahlāda, cuyo corazón estaba repleto de bhakti, es decir, devoción y amor a Dios; se regocijó al contemplar la encarnación de Narasiṃha, quien, en el fondo; era el mismísimo Señor Vishnu. Tras esto, Narasiṃha le preguntó al pequeño si tenía miedo, y Prahlāda respondió con un rotundo "no", puesto que a sus ojos, Narasiṃha era una encarnación pacífica y amorosa, y que solo cumplió con su propósito de acabar con el mal.

Narasiṃha le ordenó a Prahlāda que tomara el gobierno de su padre, para que así se reestablezca la justicia y el Dharma. Posteriormente, Prahlāda le pide al Señor que perdone a su padre por todos los pecados y actos viles que cometió en vida, y Él aceptó.

Tras esto, vinieron muchos hombres y Dioses a rendirle tributo al Señor Narasiṃha, y también le oraron personalmente. 


Luego de esto, Narasiṃha retornó a su morada espiritual, en donde existe eternamente. 


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Comentarios importantes:

Vishnu asumió la forma de Narasiṃha para poder asesinar a Hiranyakasipu, sin violar ni contradecir la bendición de Brahmā, eligiendo el momento y el lugar adecuado para ello:

1) Primero, se estableció que el rey demonio no podría ser asesinado ni derrocado por ninguna criatura creada por Brahmā, pero Vishnu no es una creación de Brahmā ni de ningún otro Dios, al contrario, de Vishnu emerge Brahmā.

2) Hiranyakasipu no podría ser asesinado ni por hombres ni por animales; pero Narasiṃha es mitad hombre y mitad animal.

3) La condición que el demonio estipuló, era que nadie podría asesinarlo ni de día ni de noche, pero Narasiṃha lo hizo justo al anochecer, un nivel intermedio entre ambas.

4) Hiranyakasipu no podría ser abatido ni en interiores ni en exteriores, pero Narasiṃha lo hace justo bajo la puerta de su sala, otro intermedio.

5) Nadie podría asesinarlo ni en el suelo ni en los aires; Narasiṃha lo puso sobre sus rodillas.

6) El demonio no podría ser asesinado con ningún tipo de arma; Narasiṃha lo destripó con sus propias manos y garras. 


*** ¿Por qué un Dios bendice a demonios? En un artículo anterior se dio un repaso a las principales creencias del hinduismo, y en ella se destacó la concepción de que existe un Dios omnipresente y todopoderoso que es completamente superior a cualquier otra entidad: Brahman. Brahman es la última realidad del universo; es inconmensurable, infinito, sin género ni forma, Él es el origen de toda vida y la fuente de toda creación. Todo surgió de Brahman; el tiempo, la materia, el universo, e incluso los Dioses; todos los Dioses emergieron de Brahman, y en consiguiente; cada uno de ellos polariza diferentes aspectos, características y atributos de su poder. En palabras simples podríamos decir que los Dioses son una especie de vehículo que Brahman utiliza para manifestarse en nuestro plano. Al adorar a cada Dios podremos absorber diferentes atributos, según nuestras necesidades y vida. Bajo esta comprensión tenemos que entender lo siguiente, los 3 Dioses mayores tras Brahman son Vishnu, Shiva y Brahmā (no confundir a este último con Brahman), los cuales conforman la Trimūrti o Trinidad Hindú, que también expliqué anteriormente. Vishnu es un Dios principalmente espiritual, su misión es guiar a que todos los hombres regresen a su morada divina: Vaikuntha, que podríamos definir como una especie de paraíso en donde no existe dolor ni sufrimiento; al contrario, aquí el hombre rompe los ciclos de renacimiento, los cuales son fuente de miseria y dolor. En el Bhagavad-Gītā el Señor Krishna (avatar de Vishnu) dice lo siguiente:

“Todos los planetas del mundo material, ya sean los más elevados o los más bajos, son lugares de miseria en los que se producen repetidos ciclos de nacimiento y muerte. Pero quien llega a Mi morada, Vaikuṇṭha, ¡oh, hijo de Kunti, nunca vuelve a nacer! ”.

Entonces, Vishnu resulta ser un poco más difícil de complacer que otros Dioses, ya que sólo lo hará si la intención del devoto es alcanzar mokṣa (volver a Vaikuntha). En cambio, Brahmā y Shiva son Dioses que están sujetos al plano terrenal de nuestras vidas; complaciéndose con mayor facilidad. No importan nuestras intenciones, si adoramos a estos Dioses con rigurosidad, sinceridad y esmero, seremos complacidos, incluso el Señor Shiva recibe epítetos como "āśutōṣa" (fácil de complacer) y "Bhōlēnātha" (Inocente; ya que no diferencia entre sus devotos, sean buenos o malos). Si una persona adora a Vishnu sin sinceridad ni buenas intenciones, o solo por deseos/necesidades materiales/mundanas/pasajeras, entonces no estará complacido, porque estas cosas solo prolongan el retorno del hombre hacia nuestro hogar original; Vaikuntha. Pero atención; los 3 Dioses, así como los cientos del panteón hindú, pueden perfectamente negar y aceptar favores o clemencias, solo que algunos son más abiertos que otros, dependiendo también de la circunstancia. 

Y en las escrituras esto queda plasmado, ya que Shiva y Brahmā no solo han complacido a devotos y personas de bien, sino que también a hombres malvados e incluso demonios; ellos favorecen a cualquiera que los venere de corazón y que realice pujas (adoraciones), yajñas (sacrificios-rituales) y prāyaścittas (penitencias) en sus nombres, sin importar sus intenciones. Así como Shiva bendijo al demonio Ravana porque este último dedicó su vida a adorarle y servirle, Brahmā hizo lo mismo con el demonio Hiraṇyakaśipu. Y es Vishnu quien siempre debe reestablecer un equilibrio cuando las cosas se salen de control, y fue por ello que descendió como Rāma para asesinar a Ravana, y como Narasiṃha para asesinar a Hiraṇyakaśipu, ya que ambos demonios utilizaron sus bendiciones para ejecutar el mal.

En este mundo hay miserias a cada paso. Y si queremos salvarnos de todos estos sufrimientos, debemos permanecer siempre bajo el refugio del Señor Narasiṃha . Inclinémonos a sus pies de loto una y otra vez, y ofrezcámosle nuestras oraciones de corazón.

"ugram viram maha-vishnúm jvalantam sarvato mukham nrisimham bhishanam bhadram mrityur mrityum namami aham"

Que significa:


"Me inclino ante la presencia del Señor Narasiṃha, quien es extremadamente feroz y bravo, y la emanación del Señor Maha-Visnu. Él es esplendoroso, terrorífico y auspicioso, es la muerte de la muerte"

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